El coste de las diferentes formas de energía es una de las mayores preocupaciones de la economía doméstica de nuestros días. El entorno de estancamiento, en el mejor de los casos, de los sueldos y el crecimiento sostenido de los precios de la energía han provocado que la factura eléctrica sea unos de los componentes más importantes y preocupantes del gasto familiar. Una parte del precio de esa energía eléctrica viene determinado, a día de hoy, por las primas que todos los españoles pagamos a las renovables. Esto es fruto de la manera de afrontar la política energética por parte de nuestros gobernantes que el paso de los años ha demostrado que quizá no era la más acertada, asumiendo dentro de la factura eléctrica los costes del sistema para cumplir con las directrices europeas en materias de energías renovables. No quiero que se me entienda mal, no estoy en contra de las renovables ni muchísimo menos pero, lo que está claro que no tiene sentido, es que se hayan promovido desde las diferentes administraciones instalaciones que no son técnica y económicamente viables (en la forma y el lugar en el que se han desarrollado) si se les paga la energía producida a precios de mercado y basándose la viabilidad global de la inversión en la necesidad de inyecciones adicionales de ingresos. Estos ingresos adicionales se realizan mediante primas / subvenciones por energía producida. La clave de la cuestión sería que si hay que subvencionar las energías renovables para cumplir con los objetivos europeos se haga, pero no se le carguen todos estos costes al consumidor final en la factura eléctrica. En el año 2005 el % de la factura eléctrica que se dedicaba al pago de primas por renovables era del 5,3 %, ascendiendo en el año 2012 hasta el 21,8 %.
Relacionado en parte con esto está el hecho de que conforme los ciudadanos tenemos nuestras necesidad básicas cubiertas nos preocupamos por temas que alguien podría calificar como secundarios como son el medio ambiente y la protección de la naturaleza. Si ahora mismo preguntásemos a las familias españolas cuantas de ellas elegirían cambiar el modelo de producción eléctrica aumentando la producción en centrales nucleares y ciclos combinados a cambio de una reducción en el precio de la energía eléctrica estoy seguro de que nos sorprenderían los resultados y es seguro que sólo ese no debe ser el camino.
El futuro nos dirá si en España el Plan de Acción de Energías Renovables 2011-2020 se llega a cumplir y con ello se satisfarán las exigencias de la UE contenidas en la Directiva 2008/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de
abril de 2009, relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes
renovables.